Palabras de la Señora Canciller en el "Acto de Homenaje al Dr. Augusto Ramírez Ocampo, Ex Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, en el marco de la conmemoración del 66° Aniversario de la creación de las Naciones Unidas”

Debo confesar que para mí éste acto tiene una doble significación: Por una parte, se trata de un homenaje a uno de los  más insignes colombianos de los últimos tiempos, el excanciller Augusto Ramírez Ocampo. Por otra parte, ninguna oportunidad podía ser mejor que el marco de la celebración de los 66 años de la creación de las Naciones Unidas, la Organización Internacional por excelencia, que ha prestado servicios invaluables, a veces incomprendidos,  a la causa de la paz en el mundo.

Augusto Ramírez Ocampo nos enseñó, a las nuevas generaciones de colombianos y de latinoamericanos, el valor esencial de la vida y del optimismo, así como la importancia del diálogo y la necesaria comprensión del pensamiento y los anhelos de los Otros, en cualquier proceso de solución pacífica de controversias. Nos enseñó también que se defiende mejor el inter,  nbacio doa de és nacional, cuando se lo pone en consonancia con los grandes requerimientos del desarrollo humano.

Nos enseñó con su palabra, con su ejemplo y con su actividad diplomática y política, que las controversias deben tener como norma, la preferencia por las soluciones civilizadas y pacíficas, llámense mediación, o buenos oficios o simple intermediación. Pero al mismo tiempo sabía que la dignidad humana debe pasar ante todo por el respeto irrestricto a los Derechos Humanos. Mucha falta hace, un hombre de sus quilates cuando se va, pero qué elocuente es su ejemplo y su legado cuando podemos  continuarlo.

La política exterior colombiana, como sucede con los demás países del mundo, ha tenido éxitos importantes en  su historia, así como tambi,  nbacio doa de en existen tareas inaplazables y temas pendientes. Los colombianos de hoy, sentimos un inmenso orgullo por haber sido país fundador de la ONU, por haber contribuído en nuestra medida al fortalecimiento de la sociedad internacional, y por haber estado vinculados desde muy temprano en procesos relacionados con la paz y la seguridad en la región y en otros ámbitos geográficos. Estamos, pues, orgullosos por tener una vision institucional en lo internacional, y por contribuir, en la medida de lo posible, a las soluciones pacíficas de controversias.

Uno de los motivos de mayor orgullo en nuestra historia (como también lo ha sido para algunos paises hermanos), fué la conformacion del Grupo de Contadora, una de las más elocuentes realizaciones diplomáticas en el continente americano. Casi todos los países centroamericanos tenían a comienzos de la decada de los ochenta, conflictos internos  o situaciones conflictivas en proceso de crecimiento.

Estabamos en la fase más dura despues de la guerra fría, luego de la “distensión” o “detente” de la epoca de los 60s y 70s. Existía el peligro real de que, tal como habia sucedido antes en Asia SurOriental, un conflicto en cualquiera de los paises, pudiera contagiarse a los demás en un “efecto-dominó”. Ello,  llevaría la guerra a toda América Central y parte del Caribe insular, y seguramente podría terminar afectando letalmente a todo el vecindario.

En ese contexto, en medio de todas las condiciones para que la guerra y la muerte se impusieran, surgió, por iniciativa auténticamente latinoamericana, la idea de un Grupo de países de la región que, intentaran por todos los medios diplomáticos a su disposición, evitar la escalada de conflicto internacional que parecía inevitable. Contra todos los pronósticos, ese bello sueño logró contribuir de manera importante a evitar la guerra internacional en Centroamérica, y contribuyó en su medida a que los procesos internos decantaran.

Augusto Ramírez Ocampo definió el Grupo de Contadora como un “catalizador en la búsqueda del diálogo y  del consenso”. Para él, “Contadora fue el primer esfuerzo serio de construcción de una solución latinoamericana a conflictos latinoamericanos; logró mantener la solución al conflicto centroamericano por fuera de la confrontación Este-Oeste; reedificó la relación de Latinoamérica con los Estados Unidos, consolidando el principio interamericano de la No Intervención y afianzando las soluciones multilaterales; demostró que la solución de los conflictos que surgen en América debe ser producto de soluciones conjuntas y no de acciones unilaterales; y sirvió como catalizador para el entendimiento latinoamericano ampliando la órbita y la intensidad de los contactos entre sus países”.

Luego, ya como excanciller, y en el marco de actividades relevantes de las Naciones Unidas, tuvo ocasión Augusto Ramírez Ocampo, de poner más que un grano de arena para los procesos de paz en El Salvador y Guatemala.  Buenos oficios, mediación y solucion pacífica de controversias, nacionales e internacionales, fueron la actividad más importante de Augusto Ramírez Ocampo durante varias décadas.

Sin embargo, él comprendió muy claramente, gracias a su visión humanística, que ninguna solución podía prosperar sin tomar en consideración el respeto estricto por los derechos humanos, y la inclusión social y politica. Y se convirtió también en un promotor de los derechos humanos y en general del desarrollo humano.

Constantemente nos recordó la importancia de las metas del Milenio, que todos los países acordamos en el seno de las Naciones Unidas. Siempre, a su manera, insistía en la importancia del desarrollo humano, sin el cual, cualquier programa gubernamental o de la sociedad civil, o de las Organizaciones Internacionales, no puede garantizar la dignidad primero, el bienestar luego,  y en definitiva la prosperidad  en condiciones democráticas.

Lo que en la política exterior colombiana estamos tratando de hacer ahora, no es otra cosa que la continuación de ese legado tan bien expresado por Augusto Ramírez Ocampo. Sabemos que los países del mundo, obtienen mayor provecho mutuo por la cooperación, que el que pueden obtener de manera unilateral por los conflictos.

Entendimos finalmente, que en América Latina, pese a que existen distintos modos de ver la política, la economía y la inserción internacional, deberíamos trabajar intensamente en los propósitos comunes para beneficio de  nuestros pueblos.

Creímos en buena hora, que era posible contribuir con gestiones de aproximación entre las partes, a la solución de un impasse político en un país hermano: Honduras.   Y lo hicimos conjuntamente con Venezuela, porque era la mejor demostración de que juntos podíamos avanzar en agendas comunes. 

Del mismo modo, avanzamos en la construcción suramericana, parte esencial del espacio natural de la politica exterior de nuestro país.   Por eso tambien, Colombia considera que el único caso del continente Americano que ocupa al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el de Haití, debe contar con los esfuerzos de todos para encontrar y apoyar soluciones sostenibles en el tiempo, que respondan a las necesidades expresadas por el gobierno y el pueblo de ese país hermano.

En el mundo de hoy, creemos que, debe darse prioridad a la aproximación entre los países y los pueblos, y a la solución pacífica de los conflictos en el mundo. Pero sabemos también que en los conflictos, de lo que se trata es de encontrar soluciones sostenibles en el tiempo.

Grandes acuerdos y consensos nacionales e internacionales, son casi siempre necesarios;  y en los países y regiones en desarrollo en todo el mundo, difícilmente podrá avanzarse en soluciones sostenibles si no existe un trabajo eficaz en la dirección del desarrollo humano.

Somos conscientes que ese esfuerzo corresponde a una actividad en la cual deben confluir gobiernos, Organizaciones Internacionales, sociedades civiles y sectores privados, pero que debe desarrollarse dentro del más estricto respeto por la soberanía, así como por la autodeterminación y la comprensión de las necesidades y sensibilidades de los diversos países.

En consonancia con éste interés fundamental de nuestra política exterior, es que hemos decidido establecer, en el seno de la Academia Diplomática de este Ministerio, la Cátedra “Augusto Ramírez Ocampo sobre Resolución Pacífica de Controversias”. La misma, tuvo dos conferencias inaugurales en el día de ayer, aprovechando la visita de un profesor de la Universidad Sehir de Estambul, experto en resolución de conflictos.

A esta actividad seguirán muchas más, con especialistas y expertos colombianos, latinoamericanos y de otras regiones del mundo,  y con el propósito de crear sinergias con el mundo académico, el Centro de Pensamiento Estratégico de la Cancillería, los sectores gubernamentales y privados, y en general la sociedad civil. Todo ello, para ir aportando elementos que alimenten el noble propósito de contribuir al análisis, y dentro de lo posible, a la solución pacífica de conflictos.

La idea fundamental es que, a través de la discusión informada, la comunicación de ideas y el debate de propuestas basadas en este pilar de la política internacional, podamos mejorar los distintos mecanismos de solución pacífica de conflictos y tener a la mano una caja de herramientas apropiada para contribuir a la tarea de construir la paz en éste mundo globalizado.

Por lo anterior quiero invitar a todos y cada uno de los aquí presentes a participar de éste ejercicio que, con toda seguridad, redundará en beneficio, no sólo de Colombia y la Región, sino también de todas aquellas naciones que sufren el flagelo de la guerra y el conflicto armado. Estoy segura que Augusto Ramírez Ocampo estará muy contento de que así lo hagamos.

Muchas gracias.