Río de Janerio (mayo 26/13). Guiados por el fuerte sol de la mañana e impulsados por la brisa que llega con las aguas del océano Atlántico, 18 jóvenes voleibolistas de Tarazá, caminaron en compañía de la embajadora de Colombia en Brasil, María Elvira Pombo, por las principales calles de Río de Janeiro y conocieron los lugares más emblemáticos de la capital carioca.
“Yo quisiera que cuando ustedes regresen a Colombia, regresen a Tarazá, y sigan su vida cotidiana, siempre recuerden que cuando haya un momento de dificultad hay posibilidades de escoger lo que uno quiera (…) esto es como un paréntesis en la vida de ustedes, pero que se puede convertir en una cosa permanente”, le dijo la Embajadora a la delegación de jóvenes colombianos tras su primer encuentro.
Para no dejar escapar ningún instante y siguiendo el consejo de la Embajadora, cámara en mano, estos jóvenes del Bajo Cauca antioqueño, dieron inicio a su aventura.
El recorrido llegó al Parque 15 de noviembre, nombre que hace alusión al día en que Brasil hizo su tránsito a la independencia, ese gran giro histórico ocurrió en 1889. Fue en este lugar donde la historia política de Brasil se partió en dos.
Luego de retroceder en el tiempo un poco más de tres siglos para revivir junto al guía brasilero el pasado de este país suramericano, la ruta para los deportistas colombianos continuó en uno de los lugares que cada año, por el mes de febrero, se engalana de color, alegría y baile, y todo por cuenta del Carnaval de Río de Janeiro: el sambódromo.
De paso por el Cristo Corcovado y el Pan de Azúcar
“Me siento muy emocionada porque aunque lo conocía en fotos que vi por internet en mi casa, en Tarazá, esto es muy diferente verlo así real. Una experiencia muy bonita”. Así fue el relato de Mariana Hernández después de haber recorrido cada el lugar donde posa el Cristo Corcovado.
Por eso al llegar a este reconocido sitio, que hace parte de las Nuevas Maravillas del Mundo, el silencio y la emoción se apoderaron de este grupo de niños.
En medio de la multitud de turistas que se daban cita en este simbólico lugar, la delegación colombiana se abrió paso para nuevamente obturar el clic y así eternizar en el tiempo sus sonrisas, que llegaron desde un rincón de Colombia para brillar por su alegría en un país, cuyas realidades sociales y económicas son muy parecidas a las nuestras.
Para la joven Valentina Maya, esta experiencia ha sido divertida: “Me ha parecido muy bacano. He tenido la oportunidad de conocer diversas cosas, lugares. Ha sido muy chévere”.
Mientras los niños seguían celebrando y disfrutando de este recorrido turístico, el sol se escondía para abrirle paso a una iluminada luna que abrió el camino para que estos jóvenes colombianos conocieran el último destino de este inolvidable paseo: el Cerro de Pan de Azúcar.
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