La prosperidad descarbonizada: otro tipo de sociedad de poder y de economía, propone el presidente Gustavo Petro en Cumbre Amazónica de Belém do Pará

 

Belém do Pará, Brasil, 8 de agosto de 2023. Yo voy a tocar dos puntos que, considero, han sido disensos, pues los consensos ya están escritos en la Declaración, pero los disensos nos permiten el debate y algunas propuestas nuevas.

En este tema de la crisis climática, la ciencia, el movimiento social y la política van por carriles diferentes.

Cada vez más el movimiento social se junta con la ciencia, y cada vez más la política está encarcelada y termina en la retórica.

La política está encarcelada, porque la ciencia, precisamente, ha lanzado en su investigación de miles y miles de científicos en todo el planeta y del todo el planeta

 –una brasileña está a punto de ser la encargada del panel de expertos de Naciones Unidas–, ha determinado que, primero, la crisis climática se produce por el consumo de petróleo, carbón, gas y similares.

Es decir, por la energía del capitalismo desde la Revolución Industrial. Es con esa energía que se han alcanzado las productividades que hoy existen en el mundo y, por tanto, los niveles de confort del promedio de la sociedad de los países ricos del mundo.

Y eso genera un enorme interés que es el que encarcela la política. La política no se puede escapar de los intereses económicos que derivan del bien llamado capital fósil.

La sexta extinción no es dentro de un milenio

Por eso la ciencia se desespera, no está atrapada en ese tipo de intereses, tanto como la política, y el movimiento social –que, en el fondo, responde a la humanidad– pues termina desesperado y viendo en la política una especie de muro sordo que no puede actuar.

Por eso las COP, (Conferencia de las Partes COP, cumbre anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático CMNUCC) fracasan cuando el reloj, cada vez, se mueve en función de la extinción. Ese es el segundo gran mensaje de la ciencia.

Si no hacemos nada nuestros nietos, los de todos, los de esta generación de la humanidad, van a vivir cosas que nosotros ni nos imaginamos en una degradación de la calidad de la vida que son los tiempos de la extinción.

La sexta extinción no es dentro de un milenio, es en las próximas décadas y ya se está viviendo. Solo que este es un proceso de degradación paulatina, profunda. Todo el paradigma del progreso y de la idea de un mejor vivir hacia adelante está derrumbándose en todas partes.

Entonces, aquí surgen una serie de interrogantes: ¿Sí estamos al borde de la extinción de la vida? ¿Y, es en esta década en donde toca tomar las decisiones? ¿Y somos nosotros los políticos que tendríamos que tomarlas? –nosotros y, quizá, el siguiente periodo presidencial–. Entonces, ¿qué estamos haciendo?

Además del discurso, obviamente, como este. Y aquí viene un enorme conflicto ético. Sobre todo, para las fuerzas progresistas que deberían estar afines a la ciencia, porque es muy difícil, sobre todo para los latinoamericanos, pensarnos –que hemos vivido del petróleo, del carbón y del gas–, eso me preguntaría: ¿cómo sería el debate en Guyana? Por ejemplo, en este momento, cuando lo que necesita la vida del planeta es dejar de usar el petróleo, el carbón y el gas.

Entre el negacionismo y el aplazamiento

Las derechas tienen un fácil escape que es el negacionismo, negar la ciencia. De ahí a la sinrazón, de ahí al fascismo, es fácil. Así lo ha hecho en el siglo XX.

Para los progresismos es muy difícil. Entonces genera otro tipo de negacionismo que es, más o menos, aplacemos las decisiones.

Voy a poner un ejemplo de esos aplazamientos: hidrocarburos y selva. ¿Ah, que nos vamos a extinguir?  ¿Qué lo que produce la extinción es el uso del petróleo? ¿Qué la selva nos ayudaría a salvar la vida? ¿Qué estamos haciendo, dejando que en la selva se explote hidrocarburos? ¿No es un contrasentido total?

Sin embargo, vayamos a tomar las decisiones a ver qué pasa. No lo pongamos en la declaración, sino tomemos las decisiones.

Si la selva produce petróleo, pues está matando a la humanidad. En un doble efecto, porque deja de ser selva, deja de ser esponja y al mismo tiempo emite CO2.

¿Y entonces? No, que es que el aparato económico, que es que el desarrollo nacional, que es que es el negacionismo. Aplazando las decisiones que son fundamentales para la vida.

Sin selva amazónica no hay agua

Por ejemplo, en el caso de la crisis climática Amazonas, de selva amazónica, que es el tema que nos convoca, pues digamos que toda el agua de los Andes, toda el agua que se toma el pueblo colombiano depende de la selva.

La selva genera, por su masa vegetal, lo que llamamos los ríos voladores, vapor de agua, ríos completos, pero es arriba que el viento lleva las alturas de nuestros Andes y se forman los ríos de toda América del Sur.  El Orinoco, el Amazonas, el Río de la Plata, el Magdalena, el Cauca. Todos. Y de ahí sacamos el agua de nuestras grandes ciudades, de nuestra población.

Sin selva amazónica no hay agua. Miren la dinámica: sin selva amazónica nosotros nos iremos hacia los Estados Unidos en éxodos esperando allá, en el borde de la frontera, las ametralladoras, porque, ¿qué van a hacer los pueblos sin agua? Se van, es lo lógico, de la historia humana.

La riqueza en la sociedad actual se mide por emisiones de CO2

Por eso las tensiones de la política en Europa, porque a África le pasa lo mismo, y en América.

Si nosotros no logramos pensar esto de otra manera, porque en los diversos debates internacionales, más o menos, aparece el mismo problema. Si uno mira, digamos, un ciudadano rico, un ciudadano de clase media de los Estados Unidos, y le midiera la huella de carbono comparado con uno aquí, incluso de clase media, la distancia es inmensa.

La riqueza en la sociedad actual desde la revolución industrial se mide por emisiones de CO2. Se es más rico entre más CO2 se evita. Si mi modelo de carro es tal, no sé qué, si viajo en avión, si todos los días viajo en avión, etcétera. Pues, un hombre rico, un hombre del capital, un hombre exitoso, neoliberal, pero es el que más se emite. Es decir, es de los mayores aportantes.

La riqueza detrás de un individuo de una nación, de un bloque, está medida por el CO2. El CO2 es la base de la riqueza.

Prosperidad descarbonizada

Y entonces, cuando hablamos de que esto nos va a extinguir y que tenemos que mirar esto de otra manera, pues, ni más ni menos lo que nos está diciendo la vida en el planeta es que nos toca cambiar el sistema económico, y bastante, y a profundidad.

Es otra medida de riqueza la que tocaría poner que no es la que durante el siglo XX se disparó, sino es algo que, podríamos llamar, una prosperidad descarbonizada.

El problema es que eso no es capitalismo. Una prosperidad descarbonizada nos pone en otros rumbos, incluso un poco indefinidos.

Una prosperidad sin carbón. No podemos vivir de otra manera, no tenemos alternativa.

Decir: no, es que podemos hacer las dos cosas, el carbón y el sin carbón, no vale. Nos extinguimos, se acabó la vida.

La alternativa que tenemos para mantener la vida es prosperar sin carbono, descarbonizados.

Esa es otra sociedad, otro poder, otra geopolítica, otra manera de entender la economía.

Y entonces, nosotros no somos propiamente los que emitimos, somos relativamente pobres, como los africanos, como el sur de Asia.

El esfuerzo se está haciendo en el norte, pero en el norte se está haciendo el esfuerzo en dos caminos y no se sabe cuál va a dominar. Una política pretende descarbonizar las economías del norte, ahí tienen a Biden, ahí tienen cierto progresismo europeo que va en ese camino. Y otra política pretende mantener el estándar de vida del norte amurallándose.

Es decir, desechándonos a nosotros. Sabiendo que va un éxodo hacia allá por esa política, alistándose para resistirlo. Ese es el fascismo, la barbarie global.

Cuidar esta selva, pero de verdad

¿Nosotros qué podemos pretender? ¿Qué podríamos aportar? Pues, en América del Sur, lo que podemos aportar es, precisamente, entre varias opciones, a cuidar esta selva. Pero de verdad.

Cuidar esta selva de verdad nos implica, no solamente pensar en deforestación cero. Colombia ya aprobó eso, mi opositor, el anterior presidente a mí, ya se comprometió en el 2020 a cero deforestaciones.

La deforestación de este año, de lo que va de este año, comparado con hace un año, se redujo en 70 %, un relativo éxito. Casi que podríamos llegar, si pudiéramos profundizar, a cero.

La Corte Constitucional de Colombia decidió en sentencia máxima que la selva amazónica tiene derechos. Son los derechos de la naturaleza, una cosa revolucionaria, audaz, de vanguardia. Está como sentencia.

Pero, yo creo, que ya ni siquiera es suficiente llegar a deforestación cero. Es más, la ciencia dice que, si arborizáramos todo el mundo no lograríamos absorber lo que se emite cada año en CO2.

La solución está en dejar el carbón, el petróleo y el gas. Pero esa es la necesidad del norte, dejar el capital fósil. Nuestra necesidad, proteger la esponja. Esa esponja, entonces, no solamente tiene que llegar a deforestación cero, porque esa deforestación cero en el tiempo podría ya ser un punto de no retorno de la selva, según la ciencia.

Es decir, a pesar de que lográramos en un tiempo que no se deforeste más, el daño producido y acumulado, de todas maneras, acabaría con la selva por procesos incluso, naturales, como su quema por el calentamiento global.

Donde antes había selva, se vuelva selva

Tendríamos es que ver cómo, en el caso colombiano, el potrero, la pradera, donde antes había selva, se vuelva selva. Cómo el campo de soya se vuelve otra vez selva.

Cómo el ser económico amazónico, los indígenas, que son nuestro principal aliado, lo entienden, pero los demás no, logra tener el mecanismo económico para que no deprede la selva y la deje revitalizar.

Es decir: cómo se puede poner un motor económico paralelo al de la depredación y del mismo tamaño en valor para que se revitalice. Es decir, para que se deje crecer la selva de nuevo.

¿Cuánto vale eso en cada país? ¿Cuál sería el cálculo? No tendríamos nosotros mismos  los recursos suficientes. De ahí que tenemos que lanzar una propuesta que no es pedir que nos den plata, aunque la den, no sería suficiente.

Esa es una manera retórica de la política del norte: decirle a su sociedad que está haciendo algo ‘tirándonos’ 40 millones de euros, o 50, o 100, o 1000.

Esto vale mucho más. Esto, si lo valoramos, vale mucho más, y no es ni con el regalo del norte ni con nuestras capacidades económicas actuales como podemos asumirlo.

Cambiar deuda por acción climática

Por eso hemos lanzado una propuesta que está en la declaración, que ya es consenso de la reunión de presidentes de Sudamérica y de esta reunión, que es cambiar deuda por acción climática. Qué no es cada país individual, porque nos fregarían las calificadoras de riesgo, sino es una reforma del sistema financiero.

Si el capital logra superar la crisis climática, aun siendo capital, solo lo hará reformando su centralidad, que no es la política y el Estado, como sabemos, sino que es el sistema financiero.

Y entonces, la propuesta de reformar el sistema financiero liberando espacios presupuestales en nuestros países, porque hay una emisión mundial de derechos de giro, progresiva, dependiendo de la pobreza del país, de tal manera que, entonces, podamos hacer un Plan Marshall mundial.

Y en el caso suramericano una inversión permanente anual para generar el motor económico de la revitalización de la selva amazónica, pues me parece que sería una propuesta importante para garantizarlo, sino no va a haber garantía financiera de la revitalización y el campo de soya seguirá tumbando la selva, como en el caso nuestro, la hacienda ganadera y la mafia.

El fentanilo cambió mercado de la cocaína en EEUU

El fentanilo en Estados Unidos cambió el mercado de la cocaína. Allá se desplomó. El mercado de la cocaína ya no tiene sus rutas hacia el norte, ahora las tiene hacia Brasil, para estar en Brasil y para pasar a África. Y, por tanto, a Europa, y hacia China, Japón y Australia.

Y, por tanto, se les volvió importante Ecuador. La selva amazónica es el centro de eso, de ese motor económico nuevo.

¿Cómo ponerle otro motor que sea el de la revitalización? Yo propondría lo siguiente: además de esta propuesta, de cambiar deuda por acción climática a escala global, aplaudo la propuesta de la (Organización del Tratado de Cooperación Amazónica) OCTA social, nosotros tenemos derecho por reglamento a la Secretaría General en este periodo de la OCTA, tal como está.

Pero la OCTA tiene que repotenciarse, resignificarse y una manera es llenándola de pueblo, del pueblo amazónico, precisamente para discutir estos temas a profundidad, porque es la vida de la gente que está en el Amazonas, la que define el rumbo al final.

Tribunal de Justicia Ambiental y una OTAN Amazónica

Me parece que deberíamos crear un Tribunal de Justicia Ambiental Amazónica. Esta idea se la escuché a Correa [ex presidente Rafael Correa) en el Ecuador hace tiempos, a escala global, pero podríamos volverlo particular, en el caso de la selva.

Nosotros, los estados que estamos aquí podríamos generar un Tribunal Internacional Amazónico Ambiental para juzgar crímenes contra el Amazonas, reconociendo los derechos a la selva amazónica.

Les propondría un tratado militar y judicial. El motor, cada vez es más ilegal, y representa un crimen contra la humanidad. ¿Cómo defendemos la vida? Eso se defiende con razones, pero también con armas.

Y entonces, deberíamos crear una OTAN Amazónica, un tratado de cooperación militar para hacer interdicción de lo que vaya contra la selva amazónica en todos nuestros países, respetando, obviamente, nuestras soberanías, pero coordinando la fuerza.

Y en esa medida, creo que hay una reunión de ministros de defensa que sería importante ver si pudiéramos llegar a este tipo de acuerdo militar.

Centro científico común de investigación

Y les propondría un centro común científico de investigación sobre la selva, para pensarla, para analizarla.

Una ciudad tan grande como esta, ¿de qué va a vivir si revitalizamos la selva? No de la depredación, que fue como se originaron todas nuestras ciudades dentro de la selva, sino que tiene que ser de la bioeconomía, pero esa bioeconomía no va a aparecer sin investigación.

Cosas de estas ya están en proceso, pero creo que deberíamos hacer un gran salto, precisamente, en el tratado de los países amazónicos para generar un fuerte centro de investigación científica nuestro, alrededor de la selva amazónica.

Y son las propuestas que dejaría en el debate. Les recomendaría mucho ese debate de una selva que extrae petróleo. ¿Es posible mantener una línea política de ese nivel? Es decir, ¿apostarle a la muerte y destruir la vida? O América Latina y las fuerzas políticas latinoamericanas deberíamos plantear otra cosa diferente, que es lo que yo llamo la prosperidad descarbonizada, que es otro tipo de sociedad de poder y de economía.

Gracias señor presidente.

 

Tomado de la Presidencia de la República de Colombia

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