Madrid (abr. 4/13). “En el marco del Panel de Alto Nivel, la Canciller María Angela Holguín, planteó la tarea que debemos emprender en relación con la Agenda Post 2015. Debemos elaborar un instrumento que sea tan efectivo para enfrentar los desafíos del futuro, como lo fueron en los comienzos del siglo XXI, los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Hay consenso global de que las metas de estos Objetivos deben seguir más allá del 2015. Para Colombia, los Objetivos de Desarrollo Sostenible estarían fundamentados en los ODM. Pero proponemos ahora construir metas más ambiciosas e integrales que incorporen los impulsores económicos y ambientales necesarios para lograr cambios profundos y estructurales.
No queremos una agenda de mínimos. En estos dos años, desde que propusimos los ODS, hemos querido invitar a la comunidad internacional a ser ambiciosos en las nuevas metas para crear condiciones y sistemas que garanticen una vida plena y digna para todos, permitiendo la supervivencia tanto del planeta como la nuestra.
En este contexto, Colombia ha llamado a que la nueva agenda genere las condiciones para logros irreversibles en la erradicación de la pobreza y del hambre. Desde el inicio hemos considerado que la seguridad alimentaria debe ser un objetivo esencial dentro de la nueva agenda post 2015. Es un tema con hondos vínculos con otros aspectos claves, incluyendo energía, agua, océanos, infraestructura, patrones de consumo y producción, salud, educación y empleo digno.
Para construir esta agenda, quisiera destacar cuatro consideraciones fundamentales:
Primera: hay creciente consenso que la Agenda post 2015 debe ser universal. Erradicar el hambre de los más pobres de hoy y dotar de bienestar a las clases medias del mañana, significa que todos tenemos que actuar con metas comunes, conscientes de nuestras propias responsabilidades. Este proceso nos debe permitir entender el desarrollo como lo es en la práctica: un continuum, un mundo en desarrollo que enfrenta retos globales, en el cual todos los países debemos actuar, teniendo en cuenta nuestras respectivas capacidades.
Segunda: debemos buscar logros irreversibles y de largo aliento. El hambre que eliminamos un día reaparece a menos que diseñemos políticas estructurales y duraderas. No se trata simplemente de eliminar la pobreza y el hambre sino de asegurar que los logros que alcancemos sean el fundamento de un bienestar irreversible.
Tercera: para lograr un bienestar global a largo plazo, el eje de la nueva agenda debe ser el desarrollo sostenible. A lo largo de la cadena de valor hay hondas responsabilidades tanto para países desarrollados como para países en desarrollo. Ello implica que un eje transversal de la agenda sea lograr patrones de consumo y producción más sostenibles.
Cuarta: la equidad debe ser el fundamento de esta nueva agenda. La equidad entendida en tres dimensiones: i) mayor equidad al interior de los países; ii) mayor equidad entre países; y iii) equidad inter-generacional, que se debe traducir en un férreo compromiso con los parámetros del desarrollo sostenible.
Es esta una coyuntura de desafíos y también de oportunidades. Los invito a que nos acerquemos a esta consulta con una óptica visionaria. Preguntémonos qué condiciones, qué inversiones, qué políticas debemos construir para lograr un bienestar irreversible para nosotros y las generaciones futuras, en el que una alimentación segura y buena se entienda como pieza clave de la salud, de la estabilidad y del crecimiento de nuestras sociedades.
Pensemos de manera integral y actuemos para que la erradicación de la pobreza y del hambre sean posibles con sostenibilidad en el largo plazo. Esperamos que el ejercicio que adelantamos hoy contribuya a allanar el camino hacia una nueva agenda internacional de transformación profunda y duradera.
Muchas gracias”.
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