Palabras del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, en la sesión protocolar del Consejo Permanente

 

Washington (feb. 15/19). Es un honor dar la bienvenida a mi amigo, el Presidente Iván Duque, a la Casa de las Américas, su casa.

Colombia es un país pilar en el sistema interamericano. La Carta de la OEA se aprobó en Bogotá y el primer Secretario General de la organización fue colombiano.

Este año, la Asamblea General de la OEA se realizará en Medellín y esto se debe al Presidente Duque. Con su liderazgo, la diplomacia hemisférica crece día a día.

Presidente Duque, Colombia se ha convertido en el líder de la diplomacia regional, del multilateralismo americano. Y lo ha hecho en circunstancias excepcionales para el hemisferio y enfrentando retos excepcionales.

Definitivamente, lo que ha hecho Colombia es asumir la agenda y resolver. Ha entendido que cuando la diplomacia es lenta, se vuelve irrelevante; que el Derecho Internacional, si solamente se queda en los libros, no es más parte de las soluciones, y que la política, si solo es sinónimo de malas prácticas, no nos conduce a soluciones.

En sus seis meses de Gobierno, el Presidente Duque ha demostrado que su país es coherente entre lo que dice y hace, y que es consistente con los principios de derechos humanos y democracia, a los que estamos obligados al ser parte de esta comunidad interamericana. Colombia no da excusas. Siempre propone y ejecuta acciones concretas cuando ve amenazas para la estabilidad y la democracia en el continente.

La crisis venezolana ha puesto a prueba el compromiso de muchos. Y mientras algunos han seguido una doctrina de indiferencia, en el caso de Colombia la crisis venezolana ha arrojado luz sobre la vocación democrática en su Gobierno y la apertura para ayudar a las víctimas de una dictadura.

Colombia no es ajena a los conflictos y sigue enfrentando las amenazas de grupos terroristas y criminales. Los colombianos conocen en carne propia los horrores, lo que cuesta la paz, lo que cuesta mantener y ejercer derechos, y el coraje que requiere construir y sostener las instituciones democráticas.

El mundo ha sido testigo, en este tiempo, de lo mejor de los colombianos. En lugar de enfrentarse midiendo costos, por ejemplo, la crisis migratoria venezolana, lo ha hecho abriendo su sociedad, proveyendo los derechos básicos, facilitando servicios de salud y educación, sin importar sus costos.

La visita a Cúcuta que hicimos juntos, en septiembre, dejó claro que la comunidad internacional tiene respuestas para la crisis humanitaria. Dejó claro que para Colombia ayudar a Venezuela es ayudar a todo el hemisferio.

Justo la semana pasada, el Presidente Duque anunció uno de los centros de acopio de ayuda humanitaria en Colombia. Enseres, medicinas y víveres destinados a venezolanos que siguen en su país, se recolectarán para ser enviados a la frontera en Cúcuta.

No podemos olvidar que el Presidente Duque, con menos de dos meses en el Ejecutivo, fue quien lideró grupos de países americanos que presentaron, en septiembre de 2018, ante la Corte Penal Internacional, de manera histórica, por primera vez para los Estados partes del Estatuto de Roma, el caso de denuncia de crímenes de lesa humanidad cometidos desde 2014 en Venezuela.

El liderazgo del Presidente Duque para llevar a cabo este proceso de justicia internacional definitivamente toma lo mejor del sistema interamericano, un continente que debe estar completamente libre de crímenes de lesa humanidad.

Y también con su liderazgo en la búsqueda de la paz social, el fortalecimiento de la democracia y la lucha contra la exclusión social en el frente interno.

Definitivamente, somos parte de ese proceso; la MAPP ha sido un instrumento y socio de Colombia para sortear los obstáculos y aprovechar las oportunidades para terminar el conflicto, para que a través de la MAPP estemos al lado de las instituciones, las organizaciones de las víctimas.

Los procesos de perdón y reconciliación, si bien involucran al conjunto de la sociedad, descansan en lo que hacen las instituciones.

Debemos procurar, quienes de afuera deseamos la paz para Colombia, seguir trabajando para generar condiciones que permitan garantizar que nunca más se repetirán los hechos, que la memoria alrededor de ellos dignifica a las víctimas, y que los procesos, definitivamente, concluyan con el más pleno goce de derechos y de reconocimiento para los ciudadanos.

El potencial de Colombia como una de las democracias más sólidas del continente está justamente en utilizar sus fortalezas para acercar al Estado, para llevar soluciones a través de las instituciones, para desterrar la violencia y para involucrar a quienes históricamente puedan haber estado marginados.

El atentado del Eln fue contra nuestros principios

El reciente atentado del Eln en la Escuela de Policía General Santander fue un atentado contra nuestros principios, nuestros ideales, nuestra forma de vivir que todos defendemos.

El Gobierno de Colombia, lejos de caer en las zonas grises de la política, ha respondido con toda la determinación que es necesaria para combatir el terrorismo y el narcotráfico.

Estos temas son en blanco y negro: o se está al lado de los terroristas y criminales, o se lucha contra estas estructuras ilegales.

Así como no nos pueden engañar los dictadores y no podemos caer en su juego, tampoco nos pueden engañar quienes dicen ser guerrilleros defensores del pueblo o de ideales justos, cuando lo único que están defendiendo son intereses ilegítimos, deslegitimados y criminales.

La OEA respalda firmemente al Gobierno de Colombia respecto a la tolerancia cero con el terrorismo y el crimen organizado, y saluda los esfuerzos que ha realizado para desmantelar las estructuras de disidentes y de grupos guerrilleros activos, muchas de estas, por cierto, con vínculos muy estrechos con el país vecino.

Apoyamos a Colombia en la búsqueda de fortalecer su democracia. Compartimos la preocupación y los planes que se han elaborado para garantizar la vida y los derechos de los líderes sociales.

La paz debe consolidarse en el territorio a nivel local para asegurarla a nivel nacional.

Más democracia significa mayor equidad social, más oportunidades para todas y todos los colombianos. Para producir equidad social, primero hay que producir riqueza. Ese es el mejor instrumento.

Organizaremos la Asamblea General este año en Medellín, Colombia. Agradecemos el liderazgo y la iniciativa del Presidente Duque, que nos ayuda a profundizar la agenda de derechos y democracia en el hemisferio y de luchar por más derechos para más gente.

Gracias, señor Presidente.

 

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