Bogotá, (ago. 1 / 14). El proyecto de huertas productivas comunitarias y seguridad alimentaria del Plan Fronteras para la Prosperidad de la Cancillería logró implementar una nueva tecnología de agricultura orgánica ecológica que benefició a más de 32 familias.
La Cancillería, a través del Plan Fronteras para la Prosperidad, y la Fundación Carboandes, continúan centrando sus esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de las comunidades rurales. En esta oportunidad se desarrolló la primera fase del proyecto Huertas productivas para la seguridad alimentaria y generación de ingresos de familias vulnerables, en los municipios de La Paz y Curumaní, en el departamento del Cesar, por un valor total de $126 millones, del cual el PFP aportó $115 millones.
En el año 2013 se reportaron 230 mil toneladas de productos básicos alimentarios que llegaron al Cesar, de los cuales tan solo el 10% se producen en el departamento. Esta situación generó la motivación para dar origen a esta iniciativa productiva rural.
El programa dirigido a 32 familias, inició en diciembre del 2013 y después de siete meses ha logrado su propósito, llevar a cabo la implementación de 32 unidades productivas de huertas de hortalizas y pancoger, con un modelo de participación individual pero de capacitación colectiva en los dos municipios. Aunque no ha sido fácil el proceso de cultivo, por la sequía que enfrenta el país, los campesinos han logrado conseguir satisfactoriamente sus cosechas con esfuerzo, vender los excedentes y ahora contar con la ilusión de prosperar.
Algunas personas que fueron desplazadas durante la violencia, partieron a la cabecera municipal, a raíz de este proyecto se motivaron a retornar al campo para seguir con la labor de producir sus alimentos, con la ayuda de la Cancillería y la Fundación, que les han brindado la esperanza de volver a sus tierras.
Rubiela Gutiérrez Rubio, de la vereda caño largo, en el municipio de Curumaní, manifestó que “estamos agradecidos con La Fundación Carboandes y la Cancillería, por todo el material que nos ha dado para producir nuestros alimentos, nos fuimos para la ciudad por la violencia y porque todas nuestras siembras la habíamos perdido, y ahora volvimos al campo gracias a la ayuda que nos han brindado”.
Por otra parte en conjunto con los técnicos, se les enseñó a los participantes, la tecnología de agricultura orgánica ecológica, un sistema de producción que les favorecerá para su economía y alimentación. Aprender este proceso y poder consumir alimentos saludables libres de residuos de pesticidas, les permite ahora hacer sus preparaciones con insumos naturales de sus fincas. Julio Fontalvo, Coordinador del proyecto explicó que “Solo estamos tratando de crear conciencia en las comunidades en que existe otra forma de producir, que no es nueva, que la utilizaban nuestros antepasados, esta tecnología de la agricultura orgánica no está extendida y es con este tipo de proyectos que pretendemos extenderla, y demostrarle a la gente que si sirve, que es rentable y sano”.
Por su parte, Ana Paola Salamanca Directora Ejecutiva de la Fundación, expresó: “Anteriormente los participantes empleaban otras técnicas que consistían en deforestar y eliminar la vegetación donde se quería cultivar para sembrar el producto a plantar, ahora cuidan lo que hay y aprovechan el entorno”. Julio Fontalvo dijo : “Con esta tecnología pretendemos decir no a la destrucción del monte, no quemas, ni tumba de árboles grandes”.
Emerenciana Rodríguez del municipio de Curumaní afirmó “Es un proyecto muy bueno que nos ayudó aprender métodos que no sabíamos al momento de preparar las plantas con ingredientes naturales y evitar el uso de químicos”.
Otro de los avances que se obtuvieron, fue que los hijos de los beneficiarios campesinos, conocieran por primera vez el proceso de crecimiento de las hortalizas, distinguir las plantas pertenecientes a cada vegetal, algo que antes no conocían y solo habían visto al momento de alimentarse. Esto por supuesto fue motivo de alegría para sus familias. Ahora los municipios de La Paz y Curumaní cuentan con una variedad de hortalizas sembradas, como el tomate, el ají, cilantro, zanahoria, papaya, entre otras semillas, que están en proceso de cultivo, que ayudarán a conseguir la seguridad alimentaria que requieren y mejorar sus ingresos económicos.
La Cancillería, a través del Plan Fronteras para la Prosperidad, y la Fundación Carboandes, continúan centrando sus esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de las comunidades rurales. Foto: Cancillería.