Foto oficial de la Reunión Ordinaria del Consejo de Ministros y Ministras de Relaciones Exteriores. Foto: Oficina de Prensa de Cancillería
Con la participación de 10 Cancilleres de la UNASUR y con la Presidencia Pro Témpore de Paraguay se llevó a cabo la Reunión Ordinaria del Consejo de Ministros y Ministras de Relaciones Exteriores.
Al Consejo de Cancilleres asisten Héctor Timerman de Argentina; David Choquehuanca de Bolivia; Antonio de Aguiar Patriota de Brasil; María Angela Holguín de Colombia; Alfredo Moreno de Chile; Rafael Roncagliolo del Perú; Nicolás Maduro de Venezuela; Winston Lackin de Surinam; Carolyn Rodríguez-Birkett de Guyana y Jorge Lara Castro de Paraguay. En representación de Uruguay participa el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Roberto Conde y el Ecuador, Kintto Lucas, como Ministro de Relaciones Exteriores Encargado. Igualmente, asiste ls Secretaria General de UNASUR, María Emma Mejía.
A continuación el discurso inaugural de la Reunión Ordinaria del Consejo de Ministros y Ministras de Relaciones Exteriores ofrecido por el Canciller de Paraguay Jorge Lara Castro.
"Estimadas y estimados colegas: en este espacio territorial de nuestra américa latina, un espacio de de esperanza y de compromisos de humanidad, nos encontramos hoy para profundizar nuestro diálogo político y seguir aportando colectivamente nuestros esfuerzo a este proyecto en construcción que es la UNASUR, proyecto estratégico de integración desde los pueblos.
Nuestros procesos de integración, más que un tema coyuntural, constituyen un tema estratégico, porque dado el contexto global, si no actuamos como región, no tendremos las condiciones para que sea viable el modelo autónomo, soberano e independiente que anhelamos.
Encontrarnos es siempre grato y fructífero, porque los debates para identificar problemas, superar dificultades y obstáculos son el camino para avanzar hacia la unidad, transformar y desarrollar caminos, esfuerzos, responsabilidades.
En esta excepcional ocasión, celebrando el Aniversario de la entrada en vigor del Tratado Constitutivo el 11 de marzo pasado, deseo agradecer la presencia de todos ustedes, representantes de los pueblos de Nuestra América del Sur.
Crisis estructural.
La crisis internacional estructural en torno a la cual hemos venido reflexionando con más énfasis en los últimos años manifiesta el límite histórico de este modelo de desarrollo y coexistencia humana que se ha basado en la predominancia del monopolio de los poderes hegemónicos de una minoría por sobre una mayoría desprotegida y empobrecida.
Asistimos a la profundización de tensiones que se generan en el marco de esta crisis estructural: amenazas a nuestros recursos estratégicos, observamos los recortes a los gastos sociales que permitían una vida digna a la ciudadanía de varias regiones del mundo, en nuestras economías periféricas, la masificación de la pobreza en el campo y la ciudad, la gente –y principalmente niños y niñas- muriendo de hambre en varias partes del mundo, la destrucción de la naturaleza y el cambio climático, el terrorismo y el narcotráfico, entre otros muchos fenómenos que podemos mencionar.
Esta crisis global, mis estimados amigos y amigas, es una crisis estructural, pero también plantea una exigencia de transformación estructural en nuestras economías periféricas, y de producción de pensamientos y proyectos alternativos que nos permitan avanzar hacia la unidad de nuestra región.
ante los problemas globales y los impactos desiguales, este proceso de crisis y de redefiniciones de políticas globales Nos ubica ante el desafío mismo de la sobrevivencia de nuestra especie humana y la del planeta mismo.
Auge económico en la región.
América Latina ha tenido la capacidad de manejar sus propias dificultades y compromisos y, con el marco favorable que la crisis ha dado a nuestro comercio, hemos experimentado en casi todos los países de la región un auge importante de crecimiento económico, que nos permite con mayor soltura avanzar en las medidas anti crisis que hemos asumido desde UNASUR.
Este crecimiento da ánimo, esperanzas y herramientas para asumir con seriedad el desafío que nuestras propias formaciones nacionales y regionales nos presentan: los de superar las brechas, las desigualdades y las asimetrías que persisten y que, en no pocos casos, se profundizan entre nuestros países, así como dentro de los mismos.
Hemos salido bien de estas turbulencias económicas mundiales, salimos adelante sin la necesidad de tomar medidas restrictivas entre nosotros, sino fortaleciendo nuestra unión para protegernos de los de afuera. Sigamos este camino.
No por protegernos de esta crisis que no hemos creado nosotros, no por protegernos de los afuera, debemos levantar murallas entre nosotros y convertir a nuestros países en fortalezas.
Estas medidas proteccionistas que se levantan van en contra de la integración que estamos construyendo, en contra del proyecto económico, político y social que pregonamos, y hacen que seamos nosotros mismos, los de adentro, nuestros pueblos hermanos de la región, quienes paguemos con la agudización de nuestros problemas sociales, con pérdidas de espacios de trabajo, con desarraigo, con migración, el costo de esta crisis que no creamos.
Aquellos y aquellas que dieron su vida en la lucha contra la dictadura no lo hicieron para luego mercantilizar las relaciones entre los pueblos y alzar murallas entre nosotros, sino que buscaban con ese sacrificio máximo hermanar en la solidaridad a todos los pueblos de nuestra región, para que la historia nos encuentre unidos y fortalecidos en todos los ámbitos económicos, políticos, culturales y sociales, en esa unidad soberana e independiente.
UNASUR: Respuesta de unidad ante la crisis. Avances
De ese compromiso nace UNASUR, esta unión de voluntades en torno a la defensa de nuestros intereses comunes en un marco regional, dando prioridad no sólo a lo económico, sino también a lo político, lo cultural y social, la defensa de los recursos energéticos, naturales, al desarrollo social, la seguridad y la paz, como una respuesta latinoamericana a los modelos en crisis, construyendo desde los pueblos una integración eficaz que garantice una vida digna y de calidad.
Este espacio de reflexión y compromiso nos permite pensar con imaginación alternativas viables en defensa de nuestros pueblos, en defensa de la humanidad de nuestra América, a partir de sus recursos naturales, su patrimonio histórico y la fortaleza de valores de dignidad, de honradez y de generosidad de nuestros próceres independentistas, quienes soñaron la integración de nuestros pueblos e inspiraron a miles de jóvenes para sostener causas superiores como un verdadero patrimonio de la humanidad que nos compromete con la historia y con el futuro. La exigencia de emancipación política es más que evidente.
Como dice el gran Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Y eso hemos demostrado a lo largo de esta joven pero rica vida institucional, avanzando en la unidad y la pluralidad, recuperando espacios de soberanía y fortaleciendo nuestra autonomía, en el marco de un mundo que hoy se pinta policéntrico, y en el cual nuestras naciones tienen la voz unida de la solidaridad, el desarrollo y la paz como los caminos de dignidad a transitar.
Potencialidad
América del Sur tienen un importante potencial como bloque económico, político, social y cultural.
No es menor hablar desde 12 países miembros, que poseen un territorio de 17.6 millones de km2, con 377 millones de personas habitando este suelo, región depositaria de la mayor biodiversidad del planeta, del 27% de agua dulce del mundo, de las mayores reservas de petróleo y litio, con recursos estratégicos como el agua, la energía, el bosque, el gas, el cobre, y con un historia riquísima en cultura y valores basados en la resistencia a las adversidades, la comunidad y la solidaridad, y la búsqueda incansable del yvy marane´y, la tierra sin mal.
Significado de la integración para la ciudadanía común
Hoy día, no hay alternativa posible más que la integración en todos los ámbitos.
Por eso, este proceso no se trata de negociar la dependencia cada uno en forma aislada con los centros hegemónicos de poder, sino de construir la integración como proyecto estratégico y como desafío político en un contexto de relaciones de fuerzas internacionales desiguales.
“Ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia”, decía el gran José Martí. Por eso, lo importante es encontrar lo que nos une y nos interesa como proyecto futuro para avanzar en todos los niveles y con todos los mecanismos posibles en este proceso de integración.
Unidad desde el pueblo
Lo que marca la diferencia de nuestro proyecto es que no se constituye en una respuesta a las necesidades que vienen de afuera, sino que es una integración forjada desde los propios pueblos, para los propios pueblos.
Se está repensando el proyecto de nuestra América Latina a partir de miles y miles de ciudadanos y ciudadanas que históricamente han quedado excluidos de los modelos económicos y sociales. El espacio de UNASUR nos permite, justamente, avanzar en la mejora cualitativa de la vida digna de todos ellos.
Esta unidad de nuestros pueblos es de vital importancia, supera la fragmentación política, fortalece nuestros bloques y recupera espacios de autonomía para Nuestra América.
Desde la unidad, es clave que nuestro bloque tenga la suficiente inteligencia y proyectos estratégicos, preservar los recursos vitales que disponemos, energéticos, de la tierra, de los alimentos, de nuestra humanidad y nuestros talentos humanos, la cultura.
Nuestro bloque se sustenta en bases estructurales, y desde ahí, aporta a la concepción del nuevo orden económico internacional en construcción.
La complementariedad del ámbito económico, la agenda de intereses, pero fundamentalmente la práctica de la solidaridad y de la representatividad de los intereses de nuestros pueblos y de América Latina, son las bases de este avance entre pueblos, entre naciones, entre gobiernos, que se van materializando en la UNASUR, forjan a su vez el proyecto de su propio futuro.
Relación UNASUR-sociedad civil
Por eso, en este nuevo edificio que estamos construyendo, la relación de voluntades socio-políticas que vayamos forjando con la sociedad civil es estratégica, porque estas relaciones tendrán el desafío de responder a los nuevos paradigmas solidarios y de cooperación en que se sustenta nuestro bloque, y construir en base a ellos una nueva institucionalidad superadora.
Asegurar ALC como capaz de determinar su propio futuro
Estimadas y estimados colegas:
La diversidad de culturas, saberes, experiencias, y lenguajes, cultivadas en nuestro espacio fortalece nuestra identidad nacional y afirma nuestras responsabilidades frente a los desafíos del presente que demandan compromisos y acciones concretas en un contexto nacional, regional y global.
Observemos a las mujeres, los campesinos, los indígenas, los jóvenes y en particular, a las miles de niñas y niños de hoy que habitan este mundo del presente y del futuro, una inmensa mayoría sometida a la pobreza, la desnutrición y a la injusticia, pero que sin embargo, pese a las adversidades de su experiencia cotidiana, aún conservan la alegría de vivir y de soñar.
Quizás desde esas miradas inocentes tengamos nosotros la fuerza vital para seguir uniendo esfuerzos y sentimientos de humanidad, que constribuya a la integración real de nuestros pueblos, representación de aspiraciones colectivas que nos permita garantizar un futuro independiente, soberano y digno para todos nuestros pueblos.
Muchas gracias".
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