Palabras de la Canciller María Ángela Holguín en la reunión de consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en la OEA

Washington D.C., julio 3  de 2014.
 
Primero que todo queremos agradecer al Señor Canciller Héctor Timerman así como al Ministro de Economía y Finanzas Públicas de la República Argentina, Axel Kiciloff, por su presencia en esta sala y por la clara explicación del tema que hoy nos convoca.
 
Nos encontramos aquí reunidos, en esta Casa de las Américas, para tratar un tema de importancia para todos nosotros: “La reestructuración de la deuda soberana: el caso de Argentina y sus consecuencias sistémáticas”.
 
Es de especial interés la convocatoria de un país amigo como la Argentina, con el fin de informar sobre los acontecimientos atinentes a la reestructuración de su deuda soberana y los problemas que se han derivado para su cumplimiento. Colombia expresa su plena solidaridad con la República Argentina, su disposición para contribuir en la búsqueda de soluciones y deseamos firmemente que este país hermano encuentre una solución a esta difícil situación.
 
La globalización es una de las realidades que determina buena parte de las relaciones internacionales. En el campo económico aún más. Lo que ocurre en los mercados y en los sistemas financieros de una nación se propaga en mayor o menor medida en los diferentes continentes.
 
A todas las naciones interesa que se mantenga y consolide una estabilidad financiera global. A todos interesa que se preserve la confianza y la buena fe.
 
Resulta incontrovertible que se avance en la regulación del sistema financiero internacional de manera que no ocurran situaciones como las que hoy nos ocupa. Hechos como el presente pueden desencadenar un grave impacto social en los países. No deja de ser paradójico que cuando la razón de ser de los créditos es la de promover el desarrollo de las Naciones, se presenten efectos perversos que pueden terminar perjudicando su prosperidad. Por ello, hemos de buscar una regulación que garantice la estabilidad y razonabilidad del sistema financiero global, que evite el comportamiento de agentes especulativos que pongan en riesgo los acuerdos entre deudores y acreedores, que además resultan nocivos para el sistema financiero.
 
Argentina ha venido honrando sus deudas y acreencias luego de sobreponerse a un momento muy crítico de su economía hace una década. El crecimiento sostenido le ha permitido a su Gobierno atender dichas obligaciones, contando entre ellas el haber logrado acuerdos con cerca del 93% de los acreedores de su deuda soberana.
 
Sin embargo, un grupo de tenedores menores, que representa tan sólo el 7.6%, prefirió especular y espera que se les paguen cifras exorbitantes por bonos que compraron a precios irrisorios. Lo que es inaceptable es que la renuencia de estos pocos acreedores afecte el acuerdo de reestructuración de la deuda soberana que se ha convenido con la mayoría, más aún cuando la Argentina ha demostrado su voluntad de pago.
 
Señor Presidente, estamos aquí reunidos para apoyar a un país de la región en un momento difícil. Los argumentos expuestos por la República Argentina son válidos y los compartimos. Hoy tenemos frente a nosotros un Proyecto de Declaración presentado por Brasil y Uruguay, en el que se declara, entre otras cosas, que apoyamos el “diálogo en condiciones justas, equitativas y legales con el 100% de los acreedores”. Es el deseo de la República Argentina y así deberíamos expresarlo de manera contundente, dado que no sólo estamos haciendo referencia a su estabilidad financiera sino a la estabilidad financiera global.
 
Por los motivos expuestos permítame manifestar desde ya el apoyo de mi Gobierno a la Declaración que esperamos que se apruebe al finalizar este debate.