Palabras del Presidente Juan Manuel Santos en el recibimiento del Premio Nueva Economía Fórum 2016

 
Nuestro trabajo por la paz ha ido encaminado a esos frentes que mejoran la calidad de vida de la gente, particularmente de los más vulnerables.
 
Y para ello hemos aplicado en nuestro gobierno una teoría que ha inspirado mi vida pública: me refiero a la “tercera vía”.
 
Se trata de una filosofía pragmática que entiende al Estado y al sector privado como actores complementarios y no antagónicos, que pueden trabajar juntos para generar crecimiento con inclusión.
 
La tercera vía se explica en una frase: el mercado hasta donde sea posible; el Estado hasta donde sea necesario.
 
El primer requisito para hacer realidad esta filosofía es el de tener una economía responsable.
 
Cuando estallan las crisis económicas, los primeros en sufrirlas son los más pobres –por ejemplo, lo primero que un Gobierno recorta es el gasto social–.
 
En ese sentido, en Colombia hemos incorporado a nuestro ordenamiento jurídico unos principios de responsabilidad y sostenibilidad fiscal.
 
Lo que eso quiere decir es que decidimos obligar al Estado a ser fiscalmente responsable –a gastar o a invertir cada peso sin que esto afecte la estabilidad macroeconómica–.
 
En otras palabras, ser responsable con las finanzas públicas ya no es una “alternativa” para el gobernante o funcionario de turno, sino un mandato legal y constitucional.
 
Los mercados e inversionistas hoy confían más en nosotros; en la estabilidad de nuestra economía, y en la seriedad de las inversiones y el gasto público.
 
Las calificadoras de riesgo nos han devuelto –y mantenido– el grado de inversión, y la inversión total, como porcentaje del PIB, ha pasado, en los últimos 5 años, de 25 a casi el 30 por ciento.
 
Por supuesto, para mantener esta confianza tenemos que seguir tomando medidas responsables, y lo estamos haciendo.
 
Una de estas medidas, muy importante, es realizar una reforma tributaria estructural para tener un sistema impositivo más progresivo, equitativo, simple y eficiente.
 
La reforma tributaria –que simplifica y baja la carga tributaria de las empresas– ayudará al aumento de la inversión privada, en la medida en que les da más competitividad, y promoverá la inversión pública, pues vamos a tener más capacidad de invertir con los recursos del gobierno
 
Esta reforma cursa actualmente en nuestro Congreso de la República y debe ser aprobada en las próximas semanas..
 
Nuestra economía está creciendo a un promedio anual superior a 4 por ciento desde 2010; y este año la cifra también será positiva, pese a la coyuntura internacional, y teniendo en cuenta que la región de América Latina y el Caribe se contrae.
 
Al mismo tiempo, somos menos desiguales: el índice de GINI ha bajado; la pobreza extrema la redujimos a la mitad –y, de seguir así, desaparecería en 10 años o menos–.
 
Hoy, millones de colombianos cuentan con servicios básicos que antes no tenían –desde agua potable y alcantarillado, hasta conexiones a Internet que llegan a todos los pueblos–.
 
La salud tiene cobertura universal; niños y jóvenes de todas las escuelas públicas van a estudiar gratis –los padres de menos recursos ni siquiera deben preocuparse por conseguir los libros, porque esos también los provee el Gobierno–.
 
Como pocos países en el mundo, hemos creado puestos de trabajo: 4 millones de empleos nuevos –que por primera vez son más formales que informales–.
 
El buen momento de la economía lo seguimos dinamizando, con inversión pública que, a su vez, apalanca inversión privada.
 
Junto al sector privado, por ejemplo, ya hemos construido más viviendas que en todos los 12 años anteriores a 2010.
 
También con el sector privado estamos ejecutando el plan de infraestructura vial más ambicioso de Latinoamérica –un plan que los empresarios españoles conocen muy bien– y que implica inversiones de unos 13 mil millones de euros.
 
Y el panorama ahora –sin guerra– solo puede mejorar.
 
Es más, muchísimo más lo que podremos hacer a partir de ahora, cuando el conflicto deja de hacer parte de la ecuación.
 
La paz NO solo beneficiará a los que han vivido el conflicto.
 
Una Colombia sin violencia representará más oportunidades para todos –incluso para los extranjeros–.
 
Con paz podremos invertir más en educación, salud y bienestar.
 
Con paz, Colombia será más atractiva para los turistas y para la inversión extranjera –y mientras más nos visiten; mientras más empresas vayan a Colombia, habrá más y mejores empleos–.
 
Sin violencia, podremos recuperar, conectar y recorrer zonas del país que estuvieron aisladas durante décadas, por cuenta del conflicto –y podremos invertir en esas zonas, lo que nos permitirá cerrar las brechas que persisten entre áreas rurales y urbanas–.
 
El acuerdo de paz con las FARC, particularmente, establece planes concretos de desarrollo para invertir en el campo –allí donde históricamente se ha concentrado la pobreza–.
 
Pero además, en el acuerdo la guerrilla se compromete a contribuir en la solución del problema de las drogas.
 
Eso quiere decir que, en vez de proteger cultivos ilícitos, la guerrilla pasará a proveer información que nos permita ser más efectivos contra este flagelo.
 
Eso quiere decir que vamos a redoblar esfuerzos para reducir la producción, tráfico y venta de cocaína, y que vamos a reducir el daño ecológico que genera el narcotráfico, entendiendo que nuestra riqueza ambiental es también un importante patrimonio para el mundo.
 
Justamente así entendemos esta paz que estamos construyendo: como un patrimonio que puede serle útil a la humanidad.
 
Hoy me alegra venir a compartir con ustedes –en este bellísimo y tradicional Teatro Real de la ciudad de Madrid– la emoción y alegría que sentimos por el momento histórico que vivimos.
 
Así como un 20 de julio, siete años atrás, les hablé de la independencia de mi país, hoy he venido a compartirles –con alegría– esta segunda independencia que estamos viviendo.
 
Una independencia de la guerra; una liberación de las cadenas de la violencia, pero también de la pobreza y la inequidad.
 
Una independencia de la que también ha sido partícipe el pueblo español, por sus valiosas manifestaciones y gestos de apoyo irrestricto a la paz y al progreso de nuestro país.
 
Por eso hoy me alegra venir a contarles que la paz en Colombia es una realidad.
 
Hoy me alegra decirles que esta paz es también para ustedes; esta paz es también para España y para el mundo.
 
Muchas gracias.
 
(Fin)
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