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Conferencia inaugural del Ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Holmes Trujillo, en el foro “La migración en Colombia: retos para la integración económica de los migrantes, de la Universidad del Rosario

CONFERENCIA INAUGURAL DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, SR. CARLOS HOLMES TRUJILLO, EN EL FORO “LA MIGRACIÓN EN COLOMBIA: RETOS PARA LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA DE LOS MIGRANTES”

Universidad del Rosario, Bogotá
30 de abril de 2019


Quiero agradecer especialmente a la Universidad del Rosario y al Proyecto Migración Venezuela de Semana con el apoyo de la Fundación Hanns Seidel, por organizar este foro.

Este tipo de encuentros entre el Gobierno, la academia, los medios de comunicación, los gremios y la sociedad civil son escenarios muy importantes y necesarios para reflexionar y analizar la situación en Venezuela, y sobre todo, para construir una respuesta nacional, regional y global frente a los grandes desafíos que supone para Colombia y para los colombianos, para el Estado en todos sus niveles y para la sociedad en su conjunto el asunto del desafío migratorio proveniente de Venezuela.

Colombia no ha sido indiferente y puede serlo frente a lo que ocurre en ese país.  Tenemos no una frontera entre nosotros, sino un destino compartido.  Por eso hemos respondido a la situación en el hermano país con legalidad, responsabilidad y solidaridad.  Por eso seguiremos apoyando, con medios políticos y diplomáticos, y de conformidad con el derecho internacional y el derecho interamericano, el esfuerzo de los propios venezolanos para recuperar su democracia, su libertad, y la plena vigencia de su Constitución.

Lograr eso es precondición necesaria para la superación de la crisis multidimensional que atraviesa Venezuela y cuyas repercusiones transnacionales experimenta Colombia de forma particularmente intensa.

Millones de venezolanos se han visto obligados a salir de su país y con total certeza lo seguirán haciendo, mientras persistan la gobernanza fallida y el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro.

Pero mientras tanto – y conscientes de que cuando ello ocurra la reconstrucción económica tomará tiempo y de que, además, una parte importante de los migrantes optará por permanecer en Colombia– hemos decidido, asumir como país, atender y acoger a los migrantes provenientes de Venezuela.  En esa decisión, que supone enormes esfuerzos institucionales y presupuestales, y una ambiciosa apuesta colectiva, nos hemos convertido en modelo e inspiración sobre la forma en que, en el mundo de hoy, debe construirse la gobernanza de los fenómenos migratorios.

Es bien sabido que históricamente Colombia no había sido un país receptor de migrantes, sino, un país emisor. Por esta razón, gestionar un fenómeno migratorio como este, con un ritmo que ha sido tan acelerado y con un volumen e intensidad sin precedentes en la historia de la región, nos ha obligado a aprender sobre la marcha, a organizar rápidamente nuestra capacidad de respuesta, y a pasar de la acción inmediata a la planeación del mediano y el largo plazo para convertir este desafío en una gran oportunidad. 

El esfuerzo del Gobierno Nacional y las autoridades departamentales y municipales ha sido acompañado con la solidaridad de distintos actores sociales y de la ciudadanía.  Quiero agradecer también el apoyo de la comunidad internacional a la hora de brindar asistencia humanitaria inmediata a los miles de migrantes que cruzan diariamente la frontera hacia Colombia y que necesitan con urgencia alimentos, atención médica y alojamiento, entre otros.

Hemos empezado ya a pensar y a actuar para el futuro, diseñando una estrategia y poniendo en marcha diferentes mecanismos para atender integralmente y con sostenibilidad el flujo migratorio procedente de Venezuela y lograr que esta migración sea segura, ordenada y regular, y que los migrantes que decidan establecerse en Colombia puedan integrarse y articular su proyecto de vida con la comunidad y con el país.

Como muchos de ustedes saben, el primer paso para ello ha sido la adopción en noviembre del año pasado de una hoja de ruta con perspectiva de corto y mediano plazo para articular la acción de las autoridades en los distintos niveles, a través del Documento CONPES 3950 “Estrategia para la Atención de la Migración desde Venezuela”.

Allí hicimos un diagnóstico de las necesidades de atención e integración de la población migrante proveniente de ese país y de las capacidades institucionales de que disponíamos para afrontar fenómenos migratorios, para definir con posterioridad prioridades y acciones específicas en áreas como la salud, la educación, la niñez, la adolescencia y la juventud, la atención humanitaria y el empleo, cuya ejecución en los aspectos más básicos costará durante los próximos 3 años cerca de 150 millones de dólares.

En el corto plazo, las necesidades de gasto para atender el fenómeno migratorio proveniente de Venezuela se han estimado por diferentes fuentes en alrededor del 0,4% del PIB y han motivado la reciente decisión de ajustar la regla fiscal.

Pero no podemos considerar de forma aislada los costos que supone la atención a cerca de un millón trescientos mil venezolanos en el corto plazo. Esta es sólo una cara de la moneda; la otra son sus contribuciones y el efecto positivo de esta migración en nuestra economía, especialmente en el mediano plazo, una perspectiva que no podemos perder de vista.

En este sentido se ha pronunciado por ejemplo la OCDE, en una publicación reciente sobre el impacto del flujo migratorio de Venezuela hacia Colombia en la cual estima que, en el mediano plazo, “el mayor crecimiento del PIB provocado por la migración implicaría mayores ingresos fiscales, lo que compensaría gradualmente el impacto fiscal negativo inicial”.

Incluso, estos efectos se podrían ver ya el corto plazo. Según estimaciones de Fedesarrollo, el crecimiento potencial del PIB en 2019 aumentaría de 3.2% a 3.4-3.7% por cuenta de la migración proveniente de Venezuela —un cálculo coincidente con la proyección del Banco de la República.

Las contribuciones de los migrantes a la economía de los países receptores han sido ampliamente estudiadas y documentadas. Los aparatos productivos de países como Estados Unidos, Canadá, Australia o Nueva Zelanda prácticamente se han erigido o al menos han obtenido un impulso bastante significativo de los migrantes.

Este fenómeno no es exclusivo de los países desarrollados. Las economías en desarrollo también pueden beneficiarse de la migración – y en efecto lo hacen –, como lo demuestra un informe publicado el año pasado por la OIT y la OCDE donde se concluye a partir de una investigación realizada en diez países de América Latina, África y Asia, que, con las políticas públicas adecuadas, los países en desarrollo pueden obtener beneficios significativos de la migración, particularmente en tres ámbitos: el mercado laboral, el crecimiento económico y las finanzas públicas.

Para el caso colombiano, resulta fundamental entonces analizar qué tanto podremos aprovechar el potencial económico de la migración proveniente de Venezuela, incorporando como miembros activos y productivos de nuestra sociedad a estas 1.3 millones de personas y a quienes sigan llegando mientras se produce el cambio al que Venezuela aspira y que Colombia apoyará con decisión.

Por esto, destaco nuevamente la pertinencia y oportunidad de este foro y que las instituciones – internacionales, nacionales y locales – junto con los sectores productivos analicemos con detenimiento los avances, retos y oportunidades que supone para nuestro país la integración económica de los migrantes.

Como abrebocas de las discusiones que vendrán a continuación, quiero invitarlos a analizar esta situación bajo la perspectiva de las oportunidades que supone para el país la migración.  

El flujo migratorio es una oportunidad para el mercado laboral. El incremento de la población económicamente activa por cuenta de la migración es una ampliación considerable de este mercado, y el aumento de la oferta de trabajo – gestionada de forma adecuada por las instituciones y los actores económicos – sin duda puede impulsar el crecimiento potencial de la economía.

A esto debemos sumar que la población venezolana migrante es en promedio 5 años más joven que el promedio de la población colombiana, algo que es muy provechoso para el país y que permitirá alargar el bono demográfico, con beneficios a largo plazo.

Además, los migrantes venezolanos tienen niveles de educación muy similares a los de la población colombiana; y otros factores como la cultura y el idioma también favorecen su integración en el mercado laboral colombiano.

La contribución de los migrantes al crecimiento económico no sólo se da a través del mercado laboral – la tasa de participación de la población migrante venezolana es del 72% – sino que también hay un gran potencial en otro aspecto que es central en la agenda de gobierno del Presidente Iván Duque: el emprendimiento.

La experiencia internacional muestra que en general los migrantes tienen una menor aversión al riesgo y un mayor espíritu emprendedor, contribuyendo con sus nuevos negocios al crecimiento económico y la creación de empleos en los países de acogida. Un artículo reciente de Brookings Institution señala que en Estados Unidos, por ejemplo, los inmigrantes son el 15% de la población pero representan el 25% de los emprendedores.

Es necesario entonces aprovechar este potencial emprendedor de los migrantes venezolanos, de tal manera que sea de provecho para el país y se sintonice con el propósito del Presidente Duque en el “Pacto por Colombia” de impulsar el emprendimiento y la creación de nueva riqueza como motores de la transformación y el desarrollo de la Nación.

Pero para lograr que este flujo migratorio pase de ser un desafío inmediato a una oportunidad de mayor crecimiento y bienestar futuros, es indispensable que redoblemos los esfuerzos en materia de integración económica de la población migrante desde todos los sectores: el Gobierno, el sector privado y la sociedad.

En el Gobierno Nacional, el primer paso ha sido ajustar nuestra política migratoria para facilitar la inserción de los migrantes en las dinámicas económicas del país, ofreciéndoles mecanismos para ingresar y permanecer en Colombia con estatus migratorio regular que les permita trabajar, afiliarse a la seguridad social y acceder a diferentes servicios. La reducción de las barreras para el acceso al mercado laboral formal es precisamente una de las líneas de acción del CONPES 3950 para mejorar la situación de la población migrante proveniente de Venezuela.

Pero no me refiero solamente a las diferentes versiones del PEP, que hoy benefician a más de medio millón de venezolanos, sino también a otro tipo de medidas como la Resolución que expedimos el mes pasado para permitir a ciudadanos de ese país ingresar a Colombia y solicitar la expedición o renovación de visas con pasaportes vencidos, en línea con las decisiones adoptadas por la Asamblea Nacional para hacer frente a los obstáculos prácticamente insuperables que ha impuesto el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro para la expedición de pasaportes.

Igualmente, en la Comisión Intersectorial de Migración diferentes instituciones estamos articulando esfuerzos para la gestión migratoria y además hemos constituido cuatro mesas de trabajo cuyo fin es precisamente coordinar las acciones del Gobierno Nacional para lograr la integración económica de los migrantes. Estas mesas abordan cuatro aspectos fundamentales para superar las barreras que se han identificado a este respecto.

La primera de ellas se ocupa de la documentación, el registro y la caracterización de la población migrante. En ella, con el liderazgo de la Cancillería, trabajamos Migración Colombia, la Registraduría, el Ministerio del Trabajo, el DANE, el ICBF y la Presidencia de la República, a través de la Gerencia de Frontera, para buscar alternativas que permitan agilizar los procesos de regularización de la población venezolana, así como el registro y flexibilización de requisitos para la inscripción e identificación de la población retornada.

La segunda mesa es sobre procesos formativos y educativos, con el fin de ofrecer oportunidades de capacitación a los migrantes venezolanos, lo cual les permitirá contar con mayores habilidades que les permitan insertarse más fácilmente a las dinámicas productivas de nuestra economía.

Y en las dos mesas de trabajo restantes, de empleabilidad y emprendimiento, las entidades participantes buscamos coordinar nuestras acciones para lograr que a través de estos dos mecanismos – la ubicación laboral o la creación de empresas – los migrantes venezolanos obtengan ingresos a la vez que contribuyen a la economía del país.

Por ejemplo, con el concurso del SENA, la Agencia Pública de Empleo, el Ministerio de Educación y otras entidades relevantes se han detectado cerca de 80 barreras específicas que, en la práctica, dificultan en multitud de ámbitos la empleabilidad y el emprendimiento de los nacionales venezolanos y también de los colombianos que han retornado. Superar estas barreras implica medidas de diversa índole, en cuyo diseño y priorización se está trabajando aceleradamente.

Pero las gestiones realizadas desde las entidades públicas para facilitar la integración económica de los migrantes, bien sea a través del mercado laboral o del emprendimiento, son sólo una parte de la ecuación. La otra, igual de importante y sin la cual estas medidas no producirán el resultado esperado, es la voluntad y la capacidad del sector privado de absorber y aprovechar este recurso humano a través de su incorporación en las dinámicas productivas del país en todos los sectores de la economía.

Por eso saludo especialmente la presencia de representantes de los gremios económicos el día de hoy.  El Gobierno Nacional oirá con atención tanto sus inquietudes y preocupaciones como sus propuestas e iniciativas.

El flujo migratorio procedente de Venezuela continúa e incluso podría aumentar a medida que la situación en ese país se deteriore. La semana pasada en la Cancillería el Representante Especial Stein aseguraba que si el flujo se mantiene “llegaremos a finales de este año a superar los 5 millones de personas” en la región.

Además, aunque la gran mayoría de venezolanos que están en Colombia se han beneficiado de las medidas de normalización de su situación migratoria (como el PEP), la mayoría de ellos están ocupados, pero en sectores informales, lo cual no sólo redunda en una mayor desprotección, sino que reduce considerablemente los efectos positivos de su inserción laboral en la economía.

Apreciados amigos:

En diciembre pasado, durante la adopción del Pacto Global para la Migración Segura, Ordenada y Regular, aseguré en la Plenaria de la Conferencia Intergubernamental que el fenómeno migratorio “definirá el perfil histórico de nuestro tiempo. La respuesta que demos a los desafíos que este fenómeno plantea, y nuestra capacidad para transformarlos en oportunidades, dejarán también su impronta en la historia de la humanidad, y serán un legado por el que tendremos que dar cuenta a las futuras generaciones”.

Esta misma es la coyuntura en la que nos encontramos ahora en Colombia. Está a prueba nuestra capacidad de responder a este desafío migratorio y convertirlo en una oportunidad para impulsar el crecimiento y fortalecer nuestras instituciones, nuestro sistema económico y nuestra sociedad. Lograrlo es precisamente con lo que nos hemos comprometido en el gobierno del Presidente Iván Duque al afirmar que responderemos a la crisis en Venezuela con legalidad, responsabilidad y solidaridad. Y sobre este legado tanto el Gobierno, como el sector privado y la sociedad civil tendremos que dar cuenta a las futuras generaciones de colombianos.

Somos conscientes de la magnitud de los desafíos que tenemos en la gestión del flujo migratorio proveniente de Venezuela en todos los frentes.  No son pocos, evidentemente, los relacionados con la integración económica de los migrantes.  Abordarlos creativa y sosteniblemente tendrá repercusiones no sólo para ellos sino para todos los colombianos.  No se trata de privilegiarlos, aunque reconozcamos su especial vulnerabilidad.  Se trata de vincularlos, de integrarlos —la palabra que como mantra se repetirá una y otra vez a lo largo de esta jornada.  De hacerlos parte del Pacto por Colombia que el Presidente Iván Duque ha propuesto como hoja de ruta para el país, y al cual estamos convocados todos los colombianos, y también los migrantes, aquellos que han venido a Colombia como a una tierra de promisión que también están llamados a hacer realidad.

Muchas gracias.

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